¡Que sí! ¡Qué no! Que caiga un chaparrón

Esto es todo muy confuso. Yo... yo soy un topo... o una niña topo... o al menos eso creía. La oscuridad fue mi escuela y creía que ese era el orden natural de las cosas. Largas siestas, grandes banquetes, una buena afilada de dientes. Eso era lo que uno podía esperar de la vida, o al menos, eso me habían enseñado.
Primero miradas, después largas conversaciones a la luz de la velas (porque con esto del calor y el desabastecimiento de energía el corte también nos llegó a nosotros). APROVECHO PARA PEDIRLE A QUIEN CORRESPONDA, EJEM, EJEM, EL ENVÍO DE VARIAS DOCENAS DE VELAS Y CANDELABROS, EJEM. Esto de no hablar sobre la abuela ya no me gusta. Yo entiendo que todos quieran hacerse los desentendidos, pero a mi se me acabó el jabón y esos pelos que Nico no sabía cómo habían llegado al suyo, debo confesar, eran mios.
Nuevamente con el tema que nos compete (hoy estoy medio dispersa, sepan disculpar y si no saben, aprendan, brutos!). Debo decir que me siento halagada... más de lo que tal vez quisiera sentirme. Pero he entendido que el amor no entiende razones y mi respuesta es '¡SÍ! ¡ACEPTO!'. Y cómo sé que es algo que nos importa a todos (y cuando digo todos, quiero decir 'casi nadie', pero si pongo eso nadie va a tomar esto en serio) quiero pedir, además del jabón, las velas, una pomada para el pie de atleta y un par de escarbadientes, que alguien le avise a mi madre que me caso. No sé, ella no me habla, y la verdad es que mucho no me importa, pero... no sé... no da que me case y que no se entere... queda medio feo... ¿Qué dirán los niños? Y HABLANDO DE NIÑOS (a ver si este Nico se de cuenta de mis intenciones maritales) me despido con una poesía humilde, pero llena de cariño, dedicada a los futuros pequeñines:

Hijo que te pienso,
pienso que no existes
¿Será tu cabeza humana
en un cuerpo de topo?
¿Será tu cuerpo de humano
el sostés de un rostro ciego?
Topos que no ven,
corazón que no siente

Gracias, muchas gracias. Nico, ¿y ahora qué hacemos?